Los cilindros neumáticos e hidráulicos trabajan en una variedad de aplicaciones y condiciones ambientales, como la exposición al polvo, los residuos o las condiciones climáticas exteriores. Para evitar que estas impurezas entren en el conjunto del cilindro y en el sistema hidráulico o neumático, se instalan rascadores.
Los rascadores son unas juntas de desplazamiento dinámico lineal con un labio que se montan en el extremo del cilindro, concretamente entre el vástago y la camisa, se utilizan en esta parte de los cilindros hidráulicos o neumáticos para rascar la suciedad, partículas externas, virutas o humedad de los vástagos, evitando que entren dentro de dichos cilindros y en la red de aceite del circuito.
Éstos previenen la contaminación del medio hidráulico que puede dañar los aros guía, juntas y otros componentes. Los cilindros que componen el grupo hidráulico o la instalación de aire necesitan operar en condiciones óptimas. La entrada de contaminantes, ya sea en mayor o menor volumen, puede tener un gran impacto en el rendimiento de los cilindros, pudiendo provocar que el cilindro deje de funcionar en el sistema, lo que supondría una costosa reparación.
Los rascadores están fabricados básicamente en NBR, poliuretano o con recubrimientos y refuerzos metálicos. También pueden ser en Viton para ambientes muy agresivos. Se usa cada modelo en función de como va montado y su tipo de alojamiento. El vástago puede tener unas velocidades de hasta 2 metros por segundo sin que afecte a su rendimiento. Aguantan temperaturas de unos 100ºC
Los rascadores se utilizan en cualquier tipo de industria donde haya instalados cilindros, tanto neumáticos como hidráulicos, son faciles de intercambiar y de bajo coste.
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